5 de marzo de 2010

El error de Cristina y la crisis política en Argentina

El discurso que la presidenta Cristina Kirchner brindó ayer, 4 de marzo, en la Casa Rosada ante un grupo de productores resultó bastante confrontativo y despertó en mí el interés en el análisis de la crisis política, y los planteos tanto del oficialismo como de la oposición.

El conflicto se originó a partir de la decisión presidencial, vía decreto de necesidad y urgencia (con fuerza de ley), de utilizar las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para el pago de la deuda externa con vencimiento en el año 2010. Primeramente, a través del Decreto Nº 2010/09 (Fondo del Bicentenario), que fue derogado tras la intervención judicial, y luego, a través del Decreto Nº 298/10 (Fondo del Desendeudamiento).

La oposición reaccionó con furia ante estos hechos, debido a que - aluden - no se justifica el dictado de decretos de necesidad y urgencia para tomar estas medidas, pues corresponde al Congreso decidir sobre esto y no a la Presidenta, constituyendo este hecho un avasallamiento de las atribuciones constitucionales de las Cámaras Legislativas, puesto que no se daba la presupuesto para el dictado de los mismos, al no ser imposible seguir los trámites parlamentarios para el dictado de leyes.

Ambos decretos fueron objeto de medidas cautelares judiciales, impulsadas por la oposición, para suspender sus efectos, con la diferencia de que el decreto actual ya tuvo sus efectos, al haber transferido el BCRA los fondos al Ministerio de Economía y efectuado un pago de la deuda con organismos internacionales.

Además de esto, la oposición asegura la derogación del nuevo decreto, imponiendo la nueva mayoría que por mandato popular ejercen, además de denegar el acuerdo para la confirmación de Mercedes Marcó del Pont como titular de la banca central, por haber ejecutado estas órdenes del Ejecutivo argentino.

En referencia a toda esta situación, Cristina brindó ayer su discurso, cuestionando fuertemente la actitud obstruccionista de la oposición y la intervención desmedida del Poder Judicial, según su criterio.

En medio de las críticas, desafiño a la oposición a que exponga cuál es su alternativa para el pago de la deuda externa si no es con las elevadas reseervas del Banco Central, que - dijo - crecieron notablemente bajo la administración de su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner. Esto lo mencionó, teniendo en cuenta que los recursos del Presupuesto 2010 serían insuficientes para hacer frente a los compromisos con acreedores internacionales.

El discurso fue enérgico y me hizo reflexionar. No soy economista, aclaro, así que la postura que pueda adoptar sobre la cuestión de fondo - el uso de reservas para el pago de la deuda externa - no será demasiado criterioso.

Cristina expone una situación aparentemente crítica, que requiere de decisiones para evitar un nuevo "default" de la deuda. La oposición se enfurece ante el atropello de las atribuciones del Congreso. Y más que buscar salidas a los problemas, estamos frente a una sangrienta guerra política entre el oficialismo y la oposición.

Lo que, a mi juzgar, Cristina ignora, es que ella y el oficialismo desataron esta contienda, y eso genera la venganza política de una oposición pisoteada bajo la era Kirchner.

¿Cómo puede justificar no haber enviado un proyecto de Ley al Parlamento para tratar estos temas? ¿Cómo puede convencer que sea IMPOSIBLE y no poco conveniente al Ejecutivo seguir el trámite ordinario para el dictado de leyes? ¿Cómo argüir que se dan los presupuestos constitucionales para un DNU?

No hay manera de entender esto, a menos que asuma que no recurrió al Parlamento porque sabía que existe mayoría opositora y que tendría que ceder demasiado a cambio de tener alguna posibilidad de avance, y esta actitud no es democrática.

Si el Congreso es hoy opositor, es porque el pueblo argentino así lo quiso. De Narváez, Carrió, Reutemann, Michetti, Menem, Solanas, Sanz, Morales, etc. no son mayoría autoimpuesta sino votada, y aunque sea un trago amargo para Cristina, no lo puede eludir. Es el Congreso y punto, a ellos corresponde el Poder Legislativo de Argentina.

Ante el atropello institucional de Cristina con el dictado de decretos-ley injustificados, no puede pretender lidiar con una oposición pacífica, porque fue golpeada. No puede pretender Cristina evitar las consecuencias de un conflicto que ella creó al abusar de sus atribuciones.

Tal vez Cristina esté en lo cierto al pretender usar las reservas del BCRA para el pago de la deuda. Algunos están en contra, porque alegan que generaría una inflación excesiva. No sé... no soy economista y prefiero no opinar sin fundamento.

Pero lo que sí es cierto es que este conflicto fue generado por la actitud autoritaria y hostil del Poder Ejecutivo hacia una mayoría parlamentaria democrática y ahora, el panorama en el ajedrez político se perfila complicado. Requerirá de mucha sabiduría, prudencia y capacidad de diálogo en ambas partes para rever la situación. Ojalá se pueda.

2 de marzo de 2010

Obstinación empedernida

El gobierno de Cristina Kirchner en la Argentina no logra la resignación por haber perdido la mayoría en ambas cámaras del Congreso de la Nación y, en virtud de ello, pretende gobernar sin el Poder Legislativo, avasallando sus atribuciones a través del abuso y la desnaturalización de facultad extraordinarias que la Constitución Nacional Argentina otorga al titular del Poder Ejecutivo, como lo son los decretos de necesidad y urgencia (DNU).

A fines del año 2009, habiendo transcurrido pocos días de iniciarse el receso parlamentario constitucional, con mayoría opositora en ambas Cámaras, la Presidenta Fernández de Kirchner dicta el Decreto Nº 2010/2009, de "Necesidad y Urgencia", por el cual se modifica la Ley Nº 23.928 - Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina - y se creaba el "Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento y la Estabilidad", sin justificar debidamente que haya sido IMPOSIBLE seguir los trámites ordinarios para el dictado de las leyes, como lo establece el Art. 99 inc. 3 de la Constitución Argentina.

Como es obvio, esta actitud presidencial fue calificada de anticonstitucional por la oposición, debido a que una decisión de esta naturaleza debió haber sido adoptada por el Congreso, cual es el trámite para la sanción de las leyes según la Carta Magna, más aún cuando fue dictada tan solo a pocos días del inicio del receso y pudiendo la Presidenta convocar a sesiones extraordinarias del Congreso.

Ante la imprevisión jurídica del Congreso para autoconvocarse, legisladores opositores apelaron judicialmente el DNU, logrando la suspensión de sus efectos como medida cautelar, aguardando para poder pronunciarse cuando se reiniciara la actividad parlamentaria, debido a que contaban con la mayoría suficiente en cada Cámara como para poder derogarlo.

Ante este hecho, el orgullo de la Presidencia no se permitió una derrota ni retroceder, así que derogó con vergonzosos considerandos dicho Decreto antes de que el Congreso se pronuncia, y dictó un nuevo DNU para crear el "Fondo del Desendeudamiento Argentino", con el mismo fin: la utilización de las reservas del Banco Central para el pago de la deuda pública, habiéndose ya iniciado la actividad en el Congreso y sin que existan las razones de "necesidad y urgencia" para omitir el trámite ordinario constitucional.

Cabe destacar que, inmediatamente, la nueva Presidenta interina del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, ya transfirió los recursos autorizados por el Decreto al Tesoro Nacional,

Se perfila una nueva dura batalla entre el oficialismo y la oposición. Es de suponer que la mayoría opositora buscará derogar el nuevo DNU presidencial y apelará judicialmente para suspender sus efectos y declarar la nulidad absoluta de los mismos.

Pero lo que más llama la atención es la OBSTINACIÓN EMPEDERNIDA del gobierno de Cristina Kirchner para gobernar sin el Congreso, con mayoría opositoria por voluntad popular, puesto que las decisiones que adopta a través de los Decretos corresponden aplicarlas al Congreso por vía de Ley.

La Constitución Argentina solo autoriza al Presidente de la Nación a dictar decretos de necesidad y urgencia, con fuerza de ley, cuando circunstancias hagan imposible seguir los trámites ordinarios para el dictado de las leyes (Art. 99 inc. 3).

La palabra clave en ese inciso es IMPOSIBLE, lo cual se daría en el caso de alguna catástrofe natural, circunstancia de tumulto grave o similares.
Pero como bien lo dijeron la magistrada Sarmiento, que suspendió los efectos del Decreto Nº 2010/09, la sola invocación de que la urgencia del caso hace imposible seguir los trámites ordinarios no justifica dictar un DNU.

Y los Kirchner no entienden esto, o no lo quieren entender, para no sentir limitado su poder, como lo fue desde 2003 hasta ahora, cuando contaban con mayoría parlamentaria. No quieren darse cuenta que el pueblo les está frenando y que toda política que adopten deben consensuar con la oposición, que no se puede pasar por alto el Congreso a través de decretos inconstitucionales, que la Carta Magna establece un sistema de división de poderes que hay que respetar, que no es facultad ordinaria del Ejecutivo legislar.

Mientras no sigan aceptando esta realidad, seguirán golpeándose, desgastándose, perdiendo apoyo popular, rumbo a una victoria segura en 2011 que extinguirá del mapa político argentino este proyecto autoritario y absolutista, que pretende gobernar sin el Congreso.