7 de diciembre de 2009

Negociación de espacios políticos en el Gobierno

Llamativamente, surge la iniciativa desde el Poder Ejecutivo de concretar pactos políticos con los principales sectores representados en el Congreso Nacional para la designación de importantes cargos vacantes cuya designación compete al Senado.

En ese sentido, estuve leyendo por los medios de prensa escrita que se negociaría a cambio del apoyo a Emiliano Rolón para la Corte Suprema y a Jorge Rolón Luna para el Tribunal Superior de Justicia Electoral, la cesión de importantes espacios políticos a sectores marginados del PLRA y a Vanguardia Colorada. Tal vez, Patria Querida y UNACE.

La iniciativa resulta interesante para enervar el ambiente que, en los últimos meses, estuvo muy caldeado, por responsabilidad del Presidente de la República, Fernando Lugo. Sus declaraciones acerca de "ricos y pobres", en un contexto en el que se podía interpretar como llamado a la lucha de clases, sin especificar que excluía de sus acusaciones a quienes obtuvieron sus riquezas a través del trabajo y del esfuerzo, así como sus discursos en ambientes internacionales, donde ignoraba la importancia del sistema de partidos políticos y resaltaba el apoyo de las organizaciones sociales. No se puede dejar de mencionar las declaraciones de dirigentes campesinos simpatizantes del Gobierno que alentaban la idea de la "disolución del Parlamento"

Todas estos hechos, originados desde los actores del Ejecutivo, generó con justa razón, una contrarreación de cautela por parte del Congreso, que comenzó a mirar con desconfianza cómo se iban desenvolviendo los sucesos políticos y asumió una actitud hostil en su relacionamiento con el Jefe de Estado.

Así, a más de los escándalos por paternidad de Lugo (quién sabe cuántos más habrá!), tomó fuerza la idea del juicio político, principalmente por iniciativa de un Senador electo por el partido mayoritario de la Alianza, Alfredo Jaeggli, de ideas sumamente liberales, opuestas a las concepciones socialistas de Lugo y su primer anillo.

En consecuencia, se frustraron todas los "pseudo-intentos" de diálogo que promovían Lugo, López Perito o los parlamentarios aliancistas, pues la desconfianza se había instalado con fuerza, hasta ahora.

Por eso, observar que exista la posibilidad de un acuerdo político de gobernabilidad - cual aquel Pacto de Gobernabilidad impulsado por Wasmosy en 1995 (si mal no recuerdo), emulando al español de la Moncloa - sería útil y necesario.
Pero para que lo sea, debe garantizar y respetar que la oposición ejerza un fuerte rol contralor de las gestiones de Gobierno y, así, renunciar a todo proyecto extremista y autoritario que pueda haber en la mente del oficialismo.

Si se negocia el otorgamiento de cargos políticos de relevancia a sectores de la oposición - entre los cuales incluyo a los libero - franquistas -, el Presidente Lugo estará sumamente limitado en caso de que pretenda instalar un socialismo chavista en el Paraguay. Y eso es muy positivo.

El no respetar las instituciones y pretender una reforma de la Constitución que, en en nuestro caso - la de 1992 - es muy buena, son señales de que hay intenciones ocultas.

Pero mientras las Cámaras del Congreso Nacional, como Poder Legislativo de la Nación, sigan solificando la postura firme y dura frente al Ejecutivo, se garantizará la gobernabilidad democrática, pues ningún plan desmedido podrá tener curso. No me refiero a una actitud filibusterista o de bloqueo, sino a un auténtico rol de contralor.

En términos generales, puedo decir que el Congreso está cumpliendo su rol en ese sentido.

Ojalá siga mejorando el curso de estas relaciones, pero en términos de autonomía, contraloría y negociación, para fortalecer el sistema democrático y proteger el ordenamiento constitucional en sus términos actuales.

Logrando esto, se podrá trabajar posteriormente en una agenda común de crecimiento y desarrollo socioeconómico en Paraguay.

Mientras la crispación esté instalada, no.
La crispación es una garantía de alerta para evitar la importación de modelos autoritarios. En un marco de renuncias mutuas y acuerdos lo más sincero posibles, se podría destrabar parcialmente la situación.

Mucha concordia difícilmente haya mientras Fernando Lugo, de ideología socialista no muy moderada, esté en el poder.